viernes, 27 de marzo de 2009

La ranita de San Antonio





Desde hace unos días estamos pensando en asociar la imagen corporativa de la Fundación Edufores a un carismático anfibio que seguramente todos conocéis, la ranita de San Antonio, un pequeño anfibio que habita preferentemente en zonas de densa vegetación, con árboles y matorrales cercanos al agua (de ahí su nombre científico, Hyla arborea).

Este vistoso animal, tiene para nosotros un significado intrínseco, que se deriva de los materiales didácticos que editamos para escolares. Es frecuente, en otros materiales, una falta de rigor a la hora de plantear ciertas cuestiones, como por ejemplo hablar con propiedad de una especie o un taxon. Al ser un material destinado a escolares, se omite información, por miedo a querer profundizar demasiado en cuestiones que podrían dispersar la atención de los destinatarios, como sucede con la nomenclatura de las especies con las que se trabaja, y hemos detectado que eso, en realidad, llega a ser contraproducente, pues se provoca un gran vacío de conocimiento en biodiversidad.

Por citar un ejemplo real, y teniendo muy presente lo anterior, en un juego grupal para Educación Primaria que cuenta con personajes de la flora y fauna de Euskadi, hemos elegidido a la ranita de San Antonio, en vez de "la rana" (¡como si sólo hubiera una!), al búho real, en vez de "el señor búho"... etc. Desde nuestro punto de vista es necesario hacer referencia a la inmensa riqueza que atesoran
nuestros ecosistemas, en lugar de generalizar.

Este es uno de los motivos de que la sociedad actual tenga una idea muy clara de la increíble migración del ñu azul por el Serengueti, o de cómo se alimentan en vuelo todas las especies de colibrís de la cuenca del Amazonas, y sin embargo sean desconocedores de la inmensa riqueza biológica que atesora su entorno más inmediato, que va desde el llamativo color verde manzana de la ranita de San Antonio, al impresionante porte que alcanzan robles, hayas y pinos en muchos de nuestros ecosistemas forestales.

Por tanto es responsabilidad de los educadores ambientales, tratar la información con el suficiente rigor, trasmitir los conocimientos sin miedo, pero con metodologías y herramientas de comunicación adecuadas, para "enseñar" en vez de provocar (evidentemente de manera no intencionada) un vacío de conocimientos que se aleja de los objetivos de la Educación ambiental y forestal, de provocar cambios actitudinales y criterios propios a través del conocimiento y la sensibilización sobre el medio.


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Foto: banco imágenes isftic

2 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo. A los niños hay que educarles despertando su curiosidad, y no tratándoles como si fuesen lelos. Mi sobrino Marcos (va a cumplir 5 años), hace unos días me explicaba que a las gaviotas no las educan sus papás, sino que nada más nacer las sueltan con el grupo y todas las mamás y todos los papás del grupo son sus papás, y unos se ayudan a otros, y que el tenia suerte de tener unos papás para él solo (con su hermano pequeño no contaba). No le interesa que contemos que la gaviota es un pajarito que vuela, que eso ya lo sabe.

    David Barrio

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